APROVECHAR LOS RECURSOS SIN EXCUSAS
Comenzamos enero con una cierta polémica sobre la carne y las macrogranjas o la ganadería extensiva.
Los españoles somos muy dados a estar contigo o contra tí, y así, es difícil, dada la poca información y manipulación de los medios de comunicación hacernos una idea, desde el conocimiento, de cómo están las cosas y de cómo, todo, forma parte de una cadena.
Todo el mundo, a nivel personal, profesional o empresarial se está comprometiendo con la ecología porque científicamente está demostrado, que si no ponemos freno a emisiones y al despilfarro del consumo en todas sus facetas, el mundo se acaba o se transformará, no dejando títere con cabeza.
Esto obliga a tomar medidas, porque además este consumo salvaje y sin medida ha dado lugar a magnificar las producciones mientras las basuras aumentan más, que lo consumido realmente.
Los plásticos, los alimentos y también los purines (excrementos sólidos) de los animales son tóxicos y tienen un impacto ambiental al que no podemos volver la cara.
Estaremos todos de acuerdo en que una vaca o un cerdo, o un animal de granja, etc.. que tenga un espacio limitado y no se pueda menear, seguramente estará estresado y dará una carne peor que la que da un animal con ciertas libertades y atenciones.
Una de las razones que se dan para que las macrogranjas existan es porque abarata la carne y así es más asequible para más gente.
Sin embargo nuestro vecino ministro de Agricultura alemán le ha declarado la guerra a los precios basura de la carne y pidió mejorar las condiciones de los animales en los establos.
También hizo referencia al sobrepeso de la población, quiere aumentar los campos de cultivo ecológicos y no quiere precios basura, llevan a las pequeñas granjas a la ruina impiden el bienestar animal , promueven la extinción de especies y contaminan.
En contraposición tenemos la ganadería extensiva que aprovecha eficientemente los recursos del territorio con especies y razas autóctonas, generando productos de calidad, configura el paisaje, ayuda a controlar los incendios y el bienestar animal.
Al final el consumo desorbitado nos lleva a la hecatombe y a veces se hace en nombre de los más pobres utilizados como excusa, pero olvidamos que el uso muy frecuente de carne tampoco es saludable.
También el paro y los salarios están por revisar, hay quien no puede comer carne y ni siquiera una cebolla.
Evidentemente el mundo no está bien repartido.
En Talsa, que vivimos del sector, que hacemos máquinas para la industria cárnica, no podemos mantenernos al margen de la polémica. Al menos es un deber estar informado de cuanto sucede y cuantas más voces se escuchen mejor para llegar a un consenso estatal y también europeo y mundial para una producción y consumo responsable.